La caída de Roma by Bryan Ward-Perkins

La caída de Roma by Bryan Ward-Perkins

autor:Bryan Ward-Perkins [Ward-Perkins, Bryan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2004-12-31T16:00:00+00:00


En tercer lugar, no cabe duda de que la moneda facilita enormemente el intercambio económico —especialmente la moneda de cobre, para pequeñas transacciones—. No negaremos que, a falta de moneda, tal vez el uso de lingotes puros para operaciones importantes y del trueque para otras menores sea mucho más sofisticado de lo que en un principio podamos suponer[188]. Pero el trueque requiere de dos cosas que la moneda puede evitar: que en el momento del trato cada parte sepa con exactitud qué quiere de la otra, y —especialmente si se trata de un intercambio en que una parte cobrará más tarde— que exista un grado considerable de confianza mutua. Si quiero trocar una de mis vacas por una provisión regular de huevos durante los próximos cinco años, nada me impide hacerlo, excepto si no confío en el granjero de las gallinas. El trueque funciona para pequeños núcleos donde todos se ven las caras y la confianza entre las partes o bien ya existe, o bien es creada por la presión comunitaria. Pero no favorece el desarrollo de economías complejas, en las que hace falta que los productos y el dinero circulen de forma impersonal. En una economía monetaria, puedo cambiar mi vaca por dinero, y solo después decidir cuándo y cómo gastarlo, lo cual haré, quizá, en otro lugar. Necesito confiar únicamente en las monedas que recibo.

Los esquemas de circulación o no de moneda de cobre en gran medida corroboran el panorama de una economía cada vez menos compleja que ofrecen otros datos: una recesión que, hacia 400 d. C., se abatió sobre las provincias del norte del imperio, pero no tocó al Mediterráneo occidental hasta unos 200 años después, y ni siquiera entonces afectó al Oriente Medio árabe ni a Egipto. En este contexto, sorprenden tres casos de emisión local de moneda de cobre en Occidente, los tres en zonas donde tenemos motivos para sospechar que sobrevivió una economía algo más sofisticada: el suroeste hispano del siglo VI, en el corazón del reino visigodo; la Marsella del siglo VI, puerto de entrada a los reinos francos, y la Roma papal del siglo VII y principios del VIII. Las pocas zonas que seguían necesitando moneda de cobre la producían; que no aparezca en más sitios debe leerse como síntoma de una economía occidental que desde la época romana había cambiado dramáticamente.



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